El problema de las aplicaciones no es follar, es que antes hay que hablar un montón. Aunque se puede decir que una vez que sales de las típicas preguntas del qué tal estás, del cómo va el día, a qué te dedicas y qué estás buscando aquí lo demás es coser y cantar. Pues mira guapo, yo he venido a Tinder porque necesito un fontanero para arreglar el grifo de la cocina. Cuando coincidí con D. me pareció un tío simpático y majo, trabajaba en seguridad de redes y buscaba algo lógico dentro de este tipo de relaciones, conocer gente y lo que surja. Hablábamos durante todo el día y parecía que la química fluía entre nosotros, solamente nos faltaba ponernos cara. Decidimos quedar una tarde de esas raras en las que la llovizna me iba a dejar el pelo como la Baronesa Thyssen, un pelo en el que no sabes si te has puesto una mofeta encima o estás intentando esconder droga debajo de ella. Se puede decir que con el tema de la pandemia para mí salir a tomar unas cervezas era como ir de after, sab...
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