Las aplicaciones se han convertido en un refugio cuando el apocalipsis se acerca y te deja encerrada en casa, ya sea por el covid, la nevada del siglo, los caminantes blancos con pala y carretilla o los extraterrestres, sobre todo aquellos que viven entre nosotros y que en ocasiones puedes encontrar en Tinder.
Debo admitir, que en esta época, aunque preferiría beber margaritas juego a deshojarlas. Este me gusta, derecha, este no, izquierda, mientras teletrabajo con una camiseta de propaganda y un moño donde anidan las cigüeñas.
Entre todo ese amasijo de carne aparece A., un chico joven pero muy majete, alto y con cara de no haber roto un plato en su vida. Con varias profesiones a sus espaldas, actualmente militar, y claro, con esa foto en traje de faena estoy por quitarle el chaleco antibalas a mordiscos y dejarle puestas únicamente las botas.
Hablamos esporadicamente, no quiere parecer muy interesado y seamos sinceras, yo tampoco estoy para subir el ego de nadie. Cuando quiere es listillo, gracioso y rápido y además, pilla las indirectas enseguida. Me propone quedar un viernes por la tarde para tomar un vino y conocernos. Creo que si me lo hubiera dicho el vecino feo del quinto también hubiese aceptado, necesito salir de este mundo donde la vida se ve solamente a través de una pantalla.
Quedamos y la verdad que la tarde se nos pasa volando, hablamos de todo, trabajos, vidas, gustos, cultura, política, economía...me sorprende que siendo tan joven tenga una conversación tan interesante. Pero también hay tiempo para flirtear un poco, que para eso hemos venido.
Cuando nos marchamos y nos dirigimos a su coche hace un movimiento muy estudiado cogiéndome por la cintura y arrinconando contra la pared. Acercándose a mí oído y con una voz muy sensual me amenaza diciendo que va a bajarme la mascarilla, creo que es la frase menos erótica y a la vez la más cargada de intenciones que esperaba escuchar. Terminamos besándonos en un portal y magreandonos como dos quinceañeros, decidimos marcharnos porque realmente hacía mucho frío y él comenzó a temblar.
Hay que tener claro que siempre debemos salir preparadas de casa, por si hay que volver a ella en compañía. Pero en ese momento estaba pensando más en salir a emborracharme que en echar un polvo. Para disimular que no tenía el horno para visitas y que ahora mismo estaba modo barbecho me tocó hacerme la digna.
Vamos a tu casa?
Normas de la casa, no subo a nadie en la primera cita.
Te estás haciendo la dura conmigo?
Pues claro que sí….mañana te parece bien?
¿Qué diferencia hay entre hoy y mañana?
Tú no sabes la diferencia pero yo sí. Mañana.
Y mañana llegó, ahora sí, todo listo. Piel tersa y suave, conjunto escogido, sábanas visibles puestas y casa recogida, ahora solamente necesito que venga con ganas de trinchar el pavo.
Vemos una peli?
Pues espero que escojas una peli de las malas porque creo que no voy a verla.
Ooouuhh mama!!! Ahora sí, por fin voy a tocar carne de verdad. El satisfyer es un invento cojonudo pero jamás podrá sustituir una buena puñalada de carne y estoy en una época tan mala que los Bridgerton ya me parecen porno del duro.
Empezamos a besarnos y comienza a temblar otra vez como el día anterior. Puedo asegurar que no hacía frío y menos después de esa forma de comernos la boca. Pudiera ser que estuviera más nervioso que Don Quijote en un parque eólico, pero insiste que no. En este momento me apetece más darle un tierno abrazo que echarle un polvo, pero no habíamos llegado hasta ahí para hacer cariñitos y ahora mismo necesito un polvazo de esos que bien podría costar quinientos euros en el Barrio Rojo de Amsterdam.
Supongo que esa mañana estuvo empollandose el libro del Kamasutra y pensó que era una idea ponerlo en práctica cuál pollo asado. Tíos del mundo, no hay que hacer todas las posturas el primer día y además sin estirar antes, que no me puedo concentrar en una cuando ya me ha dado la vuelta de nuevo y corro el riesgo de que me dé un tirón de espalda y no estoy para desaprovechar momentos!!!
Además esto no es una peli porno, ni yo grito de esa forma ni vosotros tenéis esa polla.
Y ¿Cómo continúa esta historia? Supongo que nos lo contamos todo esa tarde, cada uno consiguió en ese momento lo que necesitaba y que las expectativas eran más altas por alguna de las partes. Finalmente nos dijimos un “hasta luego” y cada uno siguió su camino.
Es así como se termina una buena batalla, sin dejar cadáveres en el camino. Como dijo en su día Benjamín Franklin "nunca hubo una buena guerra o una paz mala".
Temblar en estos momentos es normal!! Pregúntaselo a las granadinas, probablemente coincidan contigo en los encuentros amorosos, jajajjaja es broma.
ResponderEliminarMuy bueno el post.
Esperando el siguiente....... , lo habrá?
Siempre hay hueco para uno más!! ;)
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