Todos tenemos derecho a conocer a gente diferente, a gente afín y también a gente extraña, incluso aquellos que por su trabajo o el mundo del que se rodean se presupone que esta parte la tienen resuelta. Cuando ví a P. en este tipo de aplicaciones no creía que pudiera ser él. Un par de meses atrás, había ido con unas amigas a ver un monólogo a un pub de la ciudad y actuó allí esa noche. Evidentemente me pareció un chico muy gracioso y físicamente atractivo, aunque en ningún momento se me pasó por la cabeza sacar la caña a pasear. La casualidad hizo que nos cruzaramos en una aplicación de ligoteo. Pensé que era una oportunidad estupenda para poder conocer a la persona que se escondía detrás de las coñas, las risas y los chistes verdes. Hicimos match y enseguida empezamos una conversación donde me tenía que encargar de llevar la voz cantante. Supongo que estaba demasiado acostumbrado a entablar conversaciones con chicas a través de la app pero mi intención tampoco era la de pelot...
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