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Vamos, lo que viene siendo la nueva normalidad.

 

      Un día despiertas y te das cuenta que de la vida que habías soñado, los viajes infinitos, películas bajo la manta junto a un bol de palomitas, confidencias, risas y por supuesto monotonía, que también es parte de toda relación, solamente queda lo último. Empiezas a ver que los problemas que os separan son más grandes que las cosas que os unen y que a tus treinta y tantos años estás aguantando más faltas de respeto de las que jamás hubieras imaginado.

 

Tú, que siempre tienes una frase feminista en la cabeza de Clara Campoamor o Rosalía de Castro, que defiendes la igualdad y los derechos de las mujeres cada 8 de marzo, que no aceptas que se cuestione el éxito de un mujer por el mero hecho de serlo, despiertas y compruebas que la primera a la que no has defendido, cuidado y querido ha sido a ti misma.

 

Una bronca fuera de lugar, demasiado tiempo sin sexo, porque un empujón de vez en cuando te proporciona las endorfinas necesarias para que se olviden los problemas, y si tengo que ser sincera hay un momento de la relación que al que le duele la cabeza siempre es a él; se convierten en una mezcla perfecta que te abre los ojos y te dice que no tiene sentido continuar algo que no puedes encauzar.

 

Y así se acaban cinco años de relación y dos de convivencia, en medio de una pandemia mundial donde nadie te puede dar un abrazo, una palmadita en la espalda, una borrachera en la que soltar tu mierda, ni un hombro en el que llorar, ni mucho menos un polvo de esos guarros de baño de discoteca que al día siguiente no recuerdas con quien fue pero...hay que ver lo que entretiene.

 

Empiezas a ver el mundo a través de una pantalla, a tu familia, a tus amigos, a tu gente y por qué no, a los futuros ligues que harán que te distraigas y te suban esa autoestima que tienes por los suelos, porque además tu ex hace mucho que se ha olvidado de ti, antes de dejarle, antes de que tú supieras que eso estaba acabado y antes de darte cuenta que habías aguantado demasiado.

 

Entras en el mundo de las apps de ligoteo como en todo, una amiga te dice que te va a entretener con una aplicación de la leche, que esta no es como Tinder, que ahí solamente están los despojos, porque claro, los pares sueltos que no quiere nadie están únicamente en una aplicación y no en todas (nótese la ironía). Es fácil, solamente hay que subir unas fotos de perfil, evidentemente las que salgo más mona, y completar mínimo tres preguntas que digan algo de mí.

-          Me gustaría conocer a alguien que sepa reírse de sí mismo.

-          Me gustan los karaokes

-          Tendré una segunda cita contigo si consigues hacerme reír en la primera. 

No lo ponen muy difícil, deslizar a la izquierda para el “no te toco ni con la polla de otro”, deslizar a la derecha para “te follaría hasta con ropa puesta”. Empiezan los primeros match y no sé ni cómo empezar la conversación, un gif soluciona todos los problemas, no escribes nada pero ya has iniciado algo, algunos responden y otros directamente se olvidan que han hecho match con alguien, total ya vendrán otros, ¿no?


¿Será tan fácil como antes, cuando salíamos, hacíamos ojitos, te contoneabas, hablabas con el amigo gracioso, bailabas cerca y empezabas una conversación que no te llevaba a ningún lado pero al final acababas liándote con él?

Comentarios

  1. Bienvenida a la cruda realidad.
    Ahora solo te queda dejar de hacer de caperucita ... para hacer de Lobo.
    Cómete el mundo guapa 😘

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  2. Dicen que no se sabe lo que se tiene hasta que se pierde. Pobre de ese chico que dejó escapar a su princesa, no sabe que esta es de las que ,si quieren la luna ella solita se la baja. Porque de peces esta el mar lleno y ahora te toca disfrutar ��

    ResponderEliminar

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