¿La sinceridad importa?

 Las relaciones de este tipo de aplicaciones duran, en ocasiones, hasta que te tomas la primera cerveza, tienes el primer magreo, se termina en la cama o sueltas una verdad incómoda. También puede ser cuando te tiras el primer pedo delante de él, pero eso ya sería un nivel del juego al que todavía no he llegado y de momento voy guardando las partidas.

Si muchas de nosotras somos un mar de complejos innecesarios, de no saber mirarnos al espejo sin criticarnos y de infravalorar todo lo que somos capaces de conseguir, de hacer o de ser, ellos pasan por esos mismos pensamientos cuando comentas el tamaño de su pene. Si además de dar una opinión, esta no es la que esperan escuchar, habrás dado comienzo a una guerra fría que te deje sin jurar bandera una larga temporada.

En este mundo donde hay de todo, también existen tíos que padecen un síndrome en el cual se ve la realidad desvirtuada, o que se flipan, que también puede ser. La macropsia, es un desorden neurológico que afecta la percepción visual, haciendo que los objetos sean percibidos más grandes de lo que son en realidad. Un ejemplo claro es lo que sucede en “Alicia en el País de las Maravillas”, pues yo he encontrado a mi conejo particular.

La sinceridad le gusta a todo el mundo hasta que conocen a alguien que la practica. Todo son risas hasta que la percepción que tiene del tamaño de su polla no coincide con la tuya, a pesar de no tener una agenda digna de mención sí puedo distinguir entre chopito, estándar y pitón; una ya está harta de comer cosas que tener que halagar cada cinco minutos.

• Si vamos a seguir viéndonos tenemos que comprar preservativos XL.

• ppppppppppuuuuuuuuuuuufffffffffff jajajajajjajajjajajajjajajajajajjaj

• No entiendo esas risas.

• Lo dices en serio? Recuerda que te la he visto y no la tienes tan grande.

• Pues a mí esos condones me aprietan.

• Necesitas un camisón para follar?

• Me están estrechos.

• Eso, ponte un chándal, arreglado pero informal.

No estamos para mentir a nadie, tampoco para hundir su moral. Comentar que hace unos días te ofrecieron un primer plato con un diámetro de 27 centímetros supongo que tampoco ayudó demasiado. En ese momento es cuando puede ocurrir dos cosas, que no quiera volverte a ver por miedo a la nota final o que la próxima vez que te vea te empotre tan fuerte que tengas que buscar las bragas en google maps.

Si algo me queda claro es que la sinceridad está sobrevalorada y además está pasada de moda. Debemos seguir agradeciendo mucho los cumplidos falsos, las verdades a medias, los halagos exagerados, pero hay que tener cuidado porque por ese camino pueden conseguir todo de ti, incluso que le saques brillo a su sable antes de lo que tardas en despeinarte. 

Habrá que practicar lo que decía nuestra querida Lola Flores “Yo mis mentiras las convierto en verdad”.