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Anochece un viernes.

Cuando comienzas en este tipo de aplicaciones, planificas una idea en tu cabeza sobre lo que quieres encontrar. Alguien educado, sencillo, divertido, sincero, leal, maduro, con las ideas claras y una estabilidad personal y mental. Después, haces lo que te sale de los huevos en función del tiempo que lleves sin que te toquen ni con un puntero láser.


Empecé a hablar con R., un chico normal, el típico que toda madre desearía para su hija, una frondosa barba (tengo un problema con las barbas), profesor de primaria, con la cabeza sobre los hombros y un poco comeorejas, todo sea dicho. En ocasiones se prefiere eso a que directamente te digan que te quieren follar, que también, pero la conquista es necesaria y ahora mismo los tíos la tienen guardada en el cajón de los calcetines, esos que no usan ni en invierno ni en verano.


- Profesor de qué exactamente?
- Soy profesor de primaria e infantil, de religión.
- De religión? Que curioso, y es por convicción o por necesidad?
- Por convicción, soy cristiano y es algo que me motiva.
- La verdad que no te pega nada.
- Eso me dicen, y porque todavía no sabes ni siquiera que tipo de música me gusta...


Y ahora viene cuando la matan. Me envía un audio con la música que suele escuchar de camino al trabajo, justo después se pone a lidiar con 20 niños durante 8 horas al día. La música es de ELUVEITIE, que para quien no lo sepa (yo hasta entonces ni idea), es un grupo de folk metal. Sus letras hacen referencia a la mitología celta y el sonido que emanan sus voces es una mezcla entre el inframundo, el demonio personificado y la niña del exorcista. Justo en ese momento es cuando me lo imagino como el actor albino de El Código Da Vinci, dándose matarile con su cilicio y el látigo de cuero contra su espalda mientras suena de fondo la banda sonora con los berridos.


Alternas conocer al curilla con un chico malote donde los haya, M. Su vida es un desastre desde que se levanta por la mañana, y se le complica conforme va pasando el día. Sabes que no te conviene pero tiene toda la pinta de echarte un polvazo de esos que te deja con las piernas temblando cual cervatillo recién nacido. El juego es mucho más divertido, pero este chico no es de cenitas, planes de un domingo por la tarde o comentar una exposición. Es para encerrarte en una habitación con él durante un fin de semana entero y no salir de ella ni para comer.


Viernes noche, tengo una cita con el yernísimo en la cual ponernos cara, porque realmente intento encontrar a alguien normal en este mundo de locos. Según me imaginaba, es un chico educado, correcto, majo, con una buena conversación, el típico que te llevarías a IKEA un sábado por la mañana, pero hasta ahí. Sabes que te va a ir muy mal en la vida cuando tienes la sensación de que en realidad necesitas un poco de guerra, dentro y fuera de la cama, y este chico no te la va a dar. La nueva normalidad hace que las noches duren menos que la paja de un conejo, por lo que nos despedimos cual coleguis y cada uno para su casa.


Pero, ¿realmente quiero irme a dormir a estas horas un viernes por la noche? Pues claro que no, y ahí está M. para echarme un capote e invitarme a una noche super “romántica” comiendo pipas en el banco de un parque. En otro momento me lo hubiera planteado más de dos segundos, pero en esta situación de sequía en la que me encuentro piensas, ¿qué podría pasar? Pues claramente lo que pasó, porque no se entretuvo en conquistas de ningún tipo, que tampoco lo necesitaba porque yo estaba cansada de comer garrote a cara perro, y la cosa se complicó hasta altas horas de la noche montando un submarino en su coche digno de la escena del coche del Titanic cual Leonardo DiCaprio.


El viernes como amanece, anochece, y por el día hace lo que le parece.” Pues eso...

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